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Las caídas, una señal de alerta en el adulto mayor


Las caídas constituyen un fenómeno muy frecuente en la edad avanzada y son una de las principales causas de lesiones, incapacidad e institucionalización en el adulto mayor.

Junto con la inestabilidad, constituye uno de los grandes síndromes geriátricos. Sin embargo, algunas veces pasa inadvertida a los profesionales de la salud.

Las razones por las que a menudo no se estudian son:

  • el paciente no suele mencionar que se ha caído,

  • no se pregunta acerca de caídas en la historia clínica, y

  • no se producen lesiones graves, o por qué se atribuye la misma al proceso normal del envejecimiento.

El riesgo de caer y hacerlo repetidas veces aumenta con la edad. Según los especialistas en Geriatría y Gerontología, aproximadamente el 30% de las personas mayores de 65 años, independientes y autónomas, sufren una caída una vez al año. Este porcentaje, asciende hasta el 50% en los mayores de 80 años.

La mayoría de ellas se producen por tropezar o patinar y se dan en lugares cerrados, en el baño, el dormitorio, la cocina, las escaleras. Sin embargo la actividad que más favorece la caída es el caminar.

La caída debe considerarse una señal de alerta que traduce una situación de fragilidad.

Aunque la mayoría no tienen consecuencias graves pueden ocasionar contusiones, heridas, desgarros hasta fracturas. Pero lo que más alerta a los profesionales, es el Síndrome Postcaída caracterizado por el miedo a volver a caer. Esto supone una serie de cambios de comportamiento que se traducen en una disminución de las actividades físicas habituales y sociales.

Las personas que han sufrido una caída reconocen que ésta ha cambiado su vida. Inicialmente, el dolor por el golpe actúa de factor limitante de la movilidad pero lo que más suele afectarlos es el temor a presentar una nueva caída y la familia suele ejercer un papel de sobreprotección. Todo ello se traduce en una disminución de la marcha, limitación para realizar las actividades de la vida diaria, pérdida de autonomía.

La reducción de la movilidad favorece la rigidez de las articulaciones y a la debilidad muscular. Estos factores asociados es lo que hace que sean más inseguros a la hora de desenvolverse solos fuera de su casa.

Una caída puede desencadenar un EFECTO EN CASCADA que deberíamos prevenir.

La rehabilitación precoz enfocada hacia el tratamiento de la marcha y equilibrio ayudará a romper ese círculo vicioso de miedo, inestabilidad, falta de movilidad, de dependencia y pérdida de autonomía.

Consulta con un kinesiologo, te podemos ayudar.

Lic. Mariana Bertolotti

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